Clase 1 Versión Escrita
Hoy discutimos el concepto “Salud – Enfermedad”.
¿Qué significa estar Sano?
Se podría conceptualizar la salud como "la posibilidad que tiene una persona de gozar de una armonía bio-psico-social al interrelacionarse dinámicamente con el medio en el que vive".
Esta definición implica, por un lado, considerar al hombre como unidad y, por el otro, significa no concebir la salud como estado inalterable ni como mera adaptación al medio. Supone reconocer que el hombre vive en constante interacción con el medio ambiente físico-biológico y sociocultural, recibiendo influencias tanto favorables como desfavorables, y que en esta interacción se configura el nivel de salud. No es, pues, lo conflictivo lo que define lo patológico sino la imposibilidad de resolverlo en cualquiera de las áreas "física" “psíquica” o social". Esto es lo que genera la idea de enfermedad.
Así, el hombre tendrá salud en la medida en que pueda resolver los conflictos que se le plantean, lo cual implica, fundamentalmente, considerarlo como ser activo que participa en el logro de su salud. Individuo como unidad Ambiente físico-biológico Y SALUD bio-psico-social ---sociocultural.
Podría decirse, entonces, que un individuo se considera sano cuando:
• no presenta signos de enfermedad ni padece una enfermedad inaparente que podría curarse;
• padeciendo una enfermedad incurable, ésta puede ser controlada sin que se acorte su vida ni disminuya su actividad;
• aun teniendo una notoria incapacidad, esté acostumbrado/a a vivir con la enfermedad y esté integrado/a en su medio social;
• luche contra las dificultades ambientales sin dejarse dominar por la melancolía, la
angustia o la desesperación;
• no viva con la preocupación obsesiva de la enfermedad y la muerte
La salud así entendida se asocia con la vida, con la capacidad de vivir con el menor sufrimiento posible y de luchar para reproducir la vida; tanto satisfactoriamente para el individuo como para los conjuntos sociales.
¿Qué serán las representaciones sociales del estado de salud ideal?
Para acercarse a la idea de salud o de enfermedad en una población, se puede- partir, como hemos visto, de diversas definiciones y de diferentes niveles de abstracción acerca de ellas. Sin embargo, sabemos que estas conceptualizaciones de los profesionales de la salud coinciden sólo en parte con las de la población.
La representación acerca del estado de salud ideal no es independiente de otros componentes de la concepción del mundo sostenida por las personas. Así, las representaciones sobre este tema cubren un espectro que abarca desde una concepción "organicista", en la que el estado de salud ideal incluye sólo la dimensión del cuerpo y su buen funcionamiento, desgajado de la unidad psicofísica, hasta un modelo que podríamos llamar "mentalista", en el que el estado de ánimo es la medida de la valoración del buen o mal estado de salud. La atención al sí mismo y al equilibrio interior son factores relevantes para los sujetos que definen de este modo el estado de salud ideal.
Otra dimensión del estado de salud ideal se refiere a la ausencia de síntomas o de enfermedades, criterio de definición de la salud denominado "negativo", no en el sentido valorativo sino en término de cómo se construye la definición. Por el otro lado, cabe que el concepto se construya de modo "positivo", teniendo en cuenta la realización de conductas saludables. En este último caso, el estado de salud ideal se define por la búsqueda activa de estados saludables, como alimentarse bien, realizar deportes, cuidarse en general y, al mismo tiempo, evitar conductas riesgosas para la salud, como fumar, beber en exceso, consumir drogas, etcétera.
¿Existe una relación entre Salud y prácticas culturales?
Así como hemos visto que la concepción de salud se entiende necesariamente dentro de una cultura particular que conforma e influye fundamentalmente en el modo en que ésta se experimenta, lo mismo ocurre con la enfermedad. Las creencias sobre la enfermedad dan forma a los síntomas de quien las sufre y también dan cuenta de su ubicación social. La cultura forma parte de la naturaleza
misma de la enfermedad.
Las diferencias culturales se refieren a las maneras diversas de resolver la relación de los seres humanos con su entorno natural y social. Asimismo, en todas las culturas existen diversidades según niveles socioeconómicos, sexo, edad, religión, etcétera.
Estas diversidades culturales influyen en la forma de pensar y actuar de las personas, por lo que la significación de la enfermedad y las implicaciones que tenga para cada sujeto tendrán características particulares, construyéndose así formas singulares de padecimiento.
Las definiciones que el común de la gente tenga sobre su padecimiento condicionan los tipos de ayuda buscada y las percepciones de las ventajas del tratamiento.
La resistencia a seguir las indicaciones terapéuticas, el consumo autónomo y por propia iniciativa de fármacos, la resistencia y/o incapacidad de asumir comportamientos preventivos, son todos factores que no pueden ser explicados y comprendidos sólo en términos de eficacia-no eficacia del sistema de salud. Todos ellos constituyen aspectos parciales de un fenómeno mucho más amplio vinculado con el hecho de que las personas tienen ideas, que a su vez se traducen en comportamientos, sobre lo que hay que hacer o evitar para mantenerse sano o para curar las enfermedades, en definitiva, sobre lo que es relevante respecto de su salud.
Considerar los comportamientos ligados a la salud y a la enfermedad como expresión de un sistema de creencias permite modificar algunos esquemas interpretativos y plantear la hipótesis de quelos significados atribuidos a la salud y a la enfermedad dan razón y explican las acciones realizadas por una persona para afrontar una patología o para preservar su salud.
¿Qué sucede con nuestras vivencias y lo que pensamos de la enfermedad?
Variados trabajos interculturales confirman la existencia de ideas populares sobre la enfermedad y señalan diversos modos de pensar las causas de las enfermedades. Estos modos de pensar constituyen "lógicas" que permiten entender la realidad "enfermedad".
Pueden distinguirse las siguientes lógicas de comprensión de la enfermedad:
• una lógica de degeneración, en la cual la enfermedad sigue al desgaste del cuerpo;
• una lógica mecánica, en la cual la enfermedad es resultado de bloqueos o de daños a estructuras corporales;
• una lógica de equilibrio, en la cual la enfermedad sigue a la ruptura de la armonía entre las partes o entre el individuo y el medio; y
• una lógica de invasión, que incluye la teoría del germen y otras intrusiones materiales de las que resulta la enfermedad.
Estas lógicas implican concepciones de enfermedad que responden a la medicina científica en cuanto a centrarse en síntomas, causas y terapias de enfermedades. Otro punto de vista sugiere que los conceptos vinculados con la enfermedad operan como símbolos que se relacionan con una amplia variedad de experiencias propias de una cultura. Los conceptos comunes de enfermedad no sólo nombran entidades en el cuerpo, también son imágenes poderosas asociadas con otros órdenes de la vida.
Puede hablarse de cuatro aspectos del fenómeno enfermedad para el individuo:
• estar enfermo, es decir, sufrir alteraciones a causa de enfermedades en el cuerpo y en sus funciones;
• sentirse enfermo, es decir, percibir tales modificaciones en el propio organismo;
identificar la enfermedad basándose en los conocimientos adquiridos en su época y referidos al tema;
• poder estar enfermo, lo cual depende tanto del tipo de enfermedad como de los roles sociales que desempeña el sujeto.
Siguiendo esta línea de razonamiento, pueden mencionarse dos términos que se vinculan con las palabras inglesas illness y disease cuyos significados interesan para la reflexión sobre estos temas. La primera, que traducimos como dolencia o padecimiento, de índole subjetiva, resulta de alteraciones de la salud reconocidas y descriptas por el individuo afectado, por lo que su carácter, duración y severidad depende no solamente de las causas físicas de esas alteraciones sino de las características del paciente y sus circunstancias. "Disease", en cambio, es una condición objetiva y reconocida mediante la mirada profesional, sería lo que la medicina considera como enfermedad y puede evaluarse, por ejemplo, a través de pruebas de laboratorio. Los pacientes sufren de dolencias, los médicos diagnostican y tratan enfermedades; o sea que podría decirse que el paciente consulta al médico por una dolencia y regresa a su casa con una enfermedad.
Por otro lado, las enfermedades son evaluadas de manera distinta según la sociedad, la época y las características de la persona que se enferma. Algunas enfermedades han sido consideradas a lo largo de la historia como estigmatizantes. Es el caso de las enfermedades de transmisión sexual, consideradas como peligrosas por el riesgo directo para la salud de los otros, por la necesidad de descargar las miserias de la comunidad en un chivo expiatorio y por las dificultades y las angustias que la enfermedad introduce en la convivencia familiar y social.
El caso del si da es paradigmático, ya que las personas son consideradas enfermas antes de estarlo, y esto las lleva a una "muerte social antes que a la muerte física", ya que se las margina, no se las selecciona para empleos, etcétera. Un proceso similar ocurre con el cáncer, cuya representación social es también altamente negativa.
Esta actitud generalizada hacia la enfermedad puede determinar reacciones emocionales y/o conductuales pesimistas y desesperanzadas, tanto en los sujetos sanos como en quienes han pasado a la condición de enfermos. El individuo "rotulado" como enfermo, luego del diagnóstico médico, recurre a la información existente en su medio social acerca de su enfermedad y adopta un determinado modo de pensar, sentir y reaccionar frente a ella. Por todo esto, para comprender las reacciones de los
pacientes, por ejemplo, oncológicos o que viven con el virus del VIH, es fundamental considerar la representación cultural que el paciente tiene de la enfermedad, así como la actitud y el conocimiento que tiene acerca de ella. Todos estos factores darán cuenta de cómo el paciente vive su proceso y de esta vivencia surgirán las estrategias que pondrá en juego para convivir con su enfermedad.
¿Cómo entendemos la consulta médica?
Las desigualdades que se registran en toda comunidad en relación con la demanda de la atención médica deben explicarse también por el grado de interés y atención que prestan determinados conjuntos sociales a las sensaciones mórbidas y al cuerpo mismo y por los umbrales de intensidad a partir de los cuales los individuos consideran anormal una sensación, por ejemplo, el dolor.
Este conjunto de normas conforman distintas culturas somáticas o corporales (modos de pensar y sentir el cuerpo) y regulan las conductas de las personas respecto del proceso salud-enfermedad atención. Resultan del lugar que las personas ocupan en la red de relaciones sociales en que se desempeñan y están condicionadas principalmente, aunque no absolutamente, por las situaciones
materiales de existencia. El carecer de un termómetro, aunque parezca un hecho trivial, puede opacar la severidad de un cuadro de fiebre elevada.
El fenómeno de la percepción de enfermedad se inscribe dentro del proceso general de la percepción. Éste es esencialmente selectivo, dado que no percibimos todos los estímulos a los que estamos expuestos. La percepción implica una organización y reorganización de los estímulos en busca de sentido y una preparación para percibir. Las posibilidades de percibir son diversas y están
socialmente condicionadas. Algunos de sus condicionantes son estructurales (sexo, edad, nivel socioeconómico) y otros, propios de la biografía personal, o sea, todo lo incorporado a partir de las experiencias vividas. Estas consideraciones sobre la percepción son igualmente válidas para las situaciones de riesgo de enfermar o morir.
Algunos de los factores que condicionan la percepción de las sensaciones relativas a la salud y la enfermedad son los siguientes:
• La riqueza y la precisión del vocabulario del individuo y su capacidad para manipular y memorizar las taxonomías mórbidas-o sea la denominación y la clasificación de enfermedades- que la medicina provee. Esta aptitud discursiva está desigualmente distribuida en la población y se relaciona especialmente con el grado de escolarización alcanzado. "Lo que no puede expresarse no existe".
• El estrato socioeconómico al cual se pertenezca. En los sectores populares, la cultura somática -ese poder sentir, escuchar al cuerpo- es escasa y la lucha por la supervivencia "eclipsa" la temática de la salud; la imposición de conseguir el sustento diario hace que se retarde la concurrencia a la consulta médica y, a veces, dificulta el registro de las molestias hasta que éstas se imponen cuando ya es imposible no registrarlas.
• La falta de educación sanitaria, que dificulta la identificación de la enfermedad.
• El uso intensivo del cuerpo -característico de los estratos socioeconómicos bajos- actúa también como un factor de negación de los síntomas al elevar el "umbral" para sentirse enfermo.
• El momento evolutivo y la intensidad de la enfermedad: cuando el síntoma es muy alarmante o el dolor es muy intenso, se hace difícil negarlo. En su inicio, muchas enfermedades son asintomáticas y otras se mantienen así aun habiéndose instalado.
• El género, ya que son las mujeres, en general, las que se muestran más perceptivas a las sensaciones del cuerpo; influyen, para que así sea, la maternidad, la habitual mayor responsabilidad por el cuidado de la salud de su familia y el que constituyan las interlocutoras "naturales" del sistema médico, sobre todo en sociedades con alto grado de medicalización, como son las occidentales. Anticoncepción, embarazos, partos y la atención pediátrica de sus
hijos son momentos en los que las mujeres se ven compelidas a mantener un contacto fluido con los profesionales de la salud. Los hombres, en cambio, se resisten a asumir el rol de enfermo, ya que lo viril se identifica en nuestra cultura con la fortaleza física y anímica. El rol de proveedor principal del sustento familiar acentúa esta resistencia.
• La edad es otro determinante importante. Los niños y los ancianos, por ejemplo, son los que están más presentes en la historia de salud familiar, por su mayor vulnerabilidad y por la conciencia que existe en la población respecto de su indefensión.
El percibirse enfermo puede conducir hacia la puerta de entrada del sistema de atención de la salud, si el paciente decide consultar. Pero la accesibilidad al sistema está condicionada por factores geográficos, económicos, jurídicos y psico-socio-culturales que dan forma al concepto de accesibilidad cultural.
Entendemos, pues, que la percepción de la propia enfermedad está influida por la cultura y, a su vez, el sentirse enfermo está íntimamente relacionado con la percepción del propio cuerpo.
La accesibilidad cultural al sistema de salud está determinada por valores, normas, conocimientos y actitudes propios de la población en relación con la salud y la enfermedad, que pueden facilitar u obstaculizar el acceso al sistema de atención y, por ende, condicionar los resultados de sus acciones
La no utilización de un hospital por su alta complejidad asistencial y burocrática; el no pedir explicaciones sobre el diagnóstico o las indicaciones; el no comprender el lenguaje médico; el recurrir al personal de enfermería, al farmacéutico o a algún familiar o vecino con mayor “experiencia médica” son algunos ejemplos de situaciones de limitada accesibilidad cultural al sistema de atención médica.